Notas de Elena | Miércoles 18 de agosto del 2021 | Demasiado cansado para correr | Escuela Sabática

Miércoles 18 de agosto: Demasiado cansado para correr
Hay consuelo para los que lloran en las pruebas y tristezas. La amargura del pesar y la humillación es mejor que la complacencia del pecado. Por la aflicción, Dios nos revela los puntos infectados de nuestro carácter, para que por su gracia podamos vencer nuestros defectos. Nos son revelados capítulos desconocidos con respecto a nosotros mismos, y nos llega la prueba que nos hará aceptar o rechazar la reprensión y el consejo de Dios. Cuando somos probados, no debemos agitamos y quejamos. No debemos rebelamos, ni acongojamos hasta escapar de la mano de Cristo. Debemos humillar nuestra alma delante de Dios. Los caminos del Señor son obscuros para aquel que desee ver las cosas desde un punto de vista agradable para sí mismo. Parecen sombríos y tristes para nuestra naturaleza humana; pero los caminos de Dios son caminos de misericordia, cuyo fin es la salvación. Elías no sabía lo que estaba haciendo cuando en el desierto dijo que estaba harto de la vida, y rogaba que se le dejase morir. En su misericordia, el Señor no hizo caso de sus palabras. A Elías le quedaba todavía una gran obra que hacer; y cuando su obra fuese hecha, no había de perecer en el desaliento y la soledad del desierto. No le tocaba descender al polvo de la muerte, sino ascender en gloria, con el convoy de carros celestiales, hasta el trono que está en las alturas.
Las palabras que Dios dirige a los tristes son: “Visto he sus caminos, y le sanaré, y le pastorearé, y daréle consolaciones, a él y a sus enlutados”. “Su lloro tornaré en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor”. Isaías 57:18; Jeremías 31:13 (El Deseado de todas las gentes, p. 268).
Todas las veces que uno está rodeado de nubes, perplejo por las circunstancias, o afligido por la pobreza o la desgracia, Satanás está cerca para tentar y molestar. Ataca nuestros puntos débiles del carácter. Busca sacudir nuestra confianza en Dios, quien sufre debido a que existe tal situación. Somos tentados a desconfiar de Dios, a objetar su amor. A menudo el tentador se nos acerca como lo hizo con Cristo, poniendo de manifiesto ante nosotros nuestras flaquezas y debilidades. Espera desanimar el alma y quebrantar nuestro apoyo en Dios. Entonces está seguro de su presa. Si lo enfrentásemos como Jesús lo hizo, escaparíamos a muchas derrotas. Al tratar con el enemigo, le damos la ventaja…
Jesús obtuvo la victoria por medio del sometimiento y la fe en Dios, y por eso mediante el apóstol nos dice, “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”. Santiago 4:7. No podemos salvamos a nosotros mismos del poder del tentador; él venció a la humanidad, y cuando nosotros tratamos de resistirle con nuestra propia fuerza caemos víctimas de sus designios; pero “torre fuerte es el nombre de Jehová: a él correrá el justo, y será levantado”. Proverbios 18:10. Satanás tiembla y huye delante del alma más débil que busca refugio en ese nombre poderoso (In Heavenly Places, p. 256; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 258).
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