Notas de Elena | Miércoles 11 de septiembre del 2019 | Esperanza del juicio | Escuela Sabática

Miércoles 11 de septiembre: Esperanza del juicio
El sagaz engañador ha demostrado ser acusador, mentiroso, atormentador y asesino; pero no importa qué cosa induzca a otros a decir de Ud., el Señor puede decirle… «No debes colocarte entre mí y el alma por la cual morí como rescate»… Manténgase cerca de Jesús, coloque su mano en la suya, y él sostendrá firmemente su mano. Nunca abandonará al alma que confía en él.
Una fe viviente en el poder de Jesucristo, no en su propia eficacia y sabiduría, le permitirá atravesar cada dificultad y tentación. Espere pacientemente, vele, ore y aférrese de las promesas. No importa cuánto la hayan herido sus enemigos, perdónelos, y manteniendo su fe en Cristo encontrará que él es para usted como la sombra del peñasco en tierra calurosa… Soporte la presión… sométase a las injusticias, sobre lleve el sufrimiento por causa de la religión, antes que pecar contra Dios tratando de librarse…
Jesús ve al alma que es tentada e imparte gracia y consolación que alivia al corazón quebrantado y contrito, al espíritu sumiso (Alza tus ojos, p. 40).
Toda verdadera obediencia proviene del corazón. La de Cristo procedía del corazón. Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros pensamientos y fines, amoldará de tal manera nuestro corazón y mente en conformidad con su voluntad, que cuando le obedezcamos estaremos tan solo ejecutando nuestros propios impulsos. La voluntad, refinada y santificada, hallará su más alto deleite en servirle. Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será una vida de continua obediencia. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión con Dios, el pecado llegará a sernos odioso (El Deseado de todas las gentes, p. 621).
Los juicios de Dios están cayendo sobre nuestro mundo. Las naciones de la tierra temblarán. Habrá pruebas y perplejidades por todos lados; los corazones de los hombres desfallecerán de temor. ¿Y qué haremos nosotros en aquel día? A pesar de que la tierra tambalee como un borracho, y sea removida como una choza, si hemos puesto nuestra confianza en Dios, él nos librará. «El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente». «Porque tú has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal… Pues que a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos» (Hijos e hijas de Dios, p. 356).
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Notas de Elena G. de White
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