Notas de Elena | Martes 28 de enero del 2020 | El Altísimo gobierna | Escuela Sabática

Martes 28 de enero: El Altísimo gobierna
El rey [Nabucodonosor] contempló su prosperidad, y a causa de ella se enalteció. No obstante las advertencias de Dios, hizo las mismas cosas que el Señor le había dicho que no hiciera. Contemplando su reino con orgullo, declaró: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad!» Daniel 4:30. En el mismo instante que estas palabras fueron proferidas, la sentencia del tribunal fue pronunciada. El rey perdió el juicio. La razón que él había considerado ser tan perfecta, la sabiduría que él se había jactado de tener, le fueron arrebatadas. La mente, joya que eleva al hombre por encima de las bestias, él ya no pudo retener.
El cetro ya no está en manos de un monarca altivo y poderoso. El gran gobernante es un demente. Es apacentado como buey y come hierba como los bueyes. Acompaña a las bestias del campo. Las sienes que una vez lucieron una corona se encuentran desfiguradas por la ausencia de la razón y el intelecto. Ha salido el mandato: «Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto». Daniel 4:14.
Así es como el Señor se ensalza a sí mismo como el Dios verdadero y viviente (Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 138, 139).
Cuando Satanás declaró a Cristo: El reino y la gloria del mundo me son entregados, y a quien quiero los doy, dijo algo que era verdad solamente en parte; y lo dijo con fines de engaño. El dominio que ejercía Satanás era el que había arrebatado a Adán, pero Adán era vicegerente del Creador. El suyo no era un dominio independiente. La tierra es de Dios, y él ha confiado todas las cosas a su Hijo. Adán había de reinar sujeto a Cristo. Cuando Adán entregó su soberanía en las manos de Satanás, Cristo continuó siendo aún el Rey legítimo. Por esto el Señor había dicho al rey Nabucodonosor: «El Altísimo se enseñorea del reino de los hombres, y … a quien él quiere lo da». Satanás puede ejercer su usurpada autoridad únicamente en la medida en que Dios lo permite (El Deseado de todas las gentes, p. 103).
Al ensalzarse los hombres con altivez, el Señor no los sostiene ni evita su caída. Cuando una iglesia se vuelve orgullosa y jactanciosa, y deja de depender de Dios, no exaltando su poder, seguramente el Señor la abandonará y abatirá. Cuando un pueblo se gloría en las riquezas, el intelecto, el conocimiento, o en cualquier cosa que no sea Cristo, pronto será confundido (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 139).
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NOTAS DE ELENA G. DE WHITE
Lecciones de Escuela Sabática para Adultos
Lección 5: Para el 1 de febrero del 2020
DEL ORGULLO A LA HUMILDAD
1er. Trimestre 2020
DANIEL – El libro de Daniel

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