Notas de Elena | Lunes 29 de julio del 2019 | Amós | Escuela Sabática

Lunes 29 de julio: Amós
¡Cuántos obreros útiles y honrados en la causa de Dios recibieron su preparación en medio de los humildes deberes de las más modestas posiciones en la vida! Moisés estaba destinado al trono de Egipto, pero Dios no podía sacarlo de la corte del rey para hacer la obra que le tenía reservada. Únicamente cuando hubo pasado cuarenta años como pastor fiel fue enviado para librar a su pueblo. Gedeón fue tomado de la era para ser instrumento en las manos de Dios para librar a los ejércitos de Israel. Eliseo fue llamado a abandonar el arado y cumplir la orden de Dios. Amós era labrador, cultivador del suelo, cuando Dios le dio un mensaje que proclamar.
Todos los que lleguen a ser colaboradores de Cristo tendrán que hacer mucho trabajo duro y desagradable, y sus lecciones de instrucción deben ser elegidas sabiamente, y adaptadas a sus peculiaridades de carácter y a la obra que han de ejecutar (Obreros evangélicos, pp. 347, 348).
Contra la intensa opresión, la flagrante injusticia, el lujo y el despilfarro desmedidos, los desvergonzados banquetes y borracheras, la licencia y las orgías de su época, los profetas alzaron la voz; pero vanas fueron sus protestas, vana su denuncia del pecado. Declaró Amós: «Ellos aborrecieron en la puerta al reprensor, y al que hablaba lo recto abominaron». «Afligen al justo, y reciben cohecho, y a los pobres en la puerta hacen perder su causa». Amós 5:10, 12.
Tales fueron algunos de los resultados que tuvo la erección de los dos becerros de oro por Jeroboam. La primera desviación de las formas establecidas de culto introdujo formas de idolatría aún más groseras, hasta que finalmente casi todos los habitantes de la tierra se entregaron a las seductoras prácticas del culto de la naturaleza. Olvidando a su Hacedor, los hijos de Israel «llegaron al profundo, corrompieronse». Oseas 9:9 (Profetas y reyes, p. 211).
«Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos será con vosotros, como decís. Aborreced el mal, y amad el bien, y poned juicio en la puerta: quizá Jehová, Dios de los ejércitos, tendrá piedad del remanente de José». Amós 5:4, 5, 14, 15.
Un número desproporcionado de los que oyeron estas invitaciones se negaron a valerse de ellas. La palabra de los mensajeros de Dios contrariaba de tal manera los malos deseos de los impenitentes, que el sacerdote idólatra de Betel mandó este aviso al gobernante de Israel: «Amós se ha conjurado contra ti en medio de la casa de Israel: la tierra no puede sufrir todas sus palabras». Amós 7:10…
De generación en generación, el Señor tuvo paciencia con sus hijos extraviados; y aun entonces, frente a una rebelión desafiante, anhelaba revelarse a ellos, dispuesto a salvarlos. Exclamó: «¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como la nube de la mañana, y como el rocío que de madrugada viene». Oseas 6:4 (Profetas y reyes, p. 213).
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Notas de Elena G. de White
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