Notas de Elena | Jueves 5 noviembre del 2020 | Un alumno que entiende el mensaje | Escuela Sabática

Jueves 5 noviembre: Un alumno que entiende el mensaje
Multitudes que poseen la vista pasan de un lado a otro sin el deseo de ver a Jesús. Una mirada de fe sería como un toque de amor en su corazón, y les daría la bendición de su gracia; pero no conocen la enfermedad y la pobreza de su alma, y no sienten necesidad de Cristo. No ocurre lo mismo con el pobre ciego. Su única esperanza está en Jesús. Mientras aguarda y vela, escucha el ruido de muchos pasos, y pregunta ansiosamente: «¿Qué significa este ruido?» El viandante le contesta que es Jesús de Nazaret. Con la ansiedad del deseo intenso, exclama: «Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí». Tratan de hacerlo callar, pero clama con mayor vehemencia: «Hijo de David, ten misericordia de mí». Se escucha este llamamiento. Su fe perseverante recibe recompensa. No solo se restaura su vista física, sino que se abre el ojo de su entendimiento. En Cristo ve a su Redentor, y el Sol de justicia resplandece en su alma. Todos los que sienten su necesidad de Cristo, como el ciego Bartimeo, y quieren manifestar el fervor y la determinación suyas, recibirán como él la bendición que anhelan (Hijos e hijas de Dios, p. 128).
No debemos permanecer siempre en calidad de niños en nuestro conocimiento y experiencia de las cosas espirituales. No hemos de expresarnos siempre en el lenguaje del que acaba de recibir a Cristo, sino que nuestras oraciones y exhortaciones deberían crecer en inteligencia a medida que aumenta nuestra experiencia en la verdad…
Dios nos ha dado muchas ventajas y oportunidades, y cuando llegue el último gran día, y veamos lo que deberíamos haber alcanzado si hubiéramos aprovechado las ventajas que el cielo nos concedió, cuando veamos cómo debimos crecer en gracia, y consideremos esas cosas como Dios las considera, cuando veamos lo que hemos perdido al no crecer hasta llegar a la estatura de hombres y mujeres en Cristo, desearemos haber sido más fervientes y más decididos a alcanzar el precio de nuestra elevada vocación en Cristo Jesús.
Dios no desea que seáis siempre novicios. Necesita en su obra todo lo que podáis obtener aquí para lograr cultura mental y discernimiento claro. Él desea que lleguéis al último tramo de la escalera, y después que avancéis hacia el reino de Dios (Hijos e hijas de Dios, p. 332).
Hay muchas almas hambrientas del Pan de vida. Su lamento es: «Dadme pan; no me deis una piedra. Lo que quiero es pan». Alimentad a esas almas hambrientas que perecen. Tengan en mente nuestros ministros, que el alimento más fuerte no se le da a los bebitos, que no conocen los principios de la verdad como nosotros los creemos. En cada época, el Señor ha tenido un mensaje especial para el pueblo de ese tiempo; del mismo modo, nosotros tenemos un mensaje para la gente de este tiempo. Pero aunque tenemos muchas cosas que decir, debemos ser constreñidos a guardar algunas de ellas por un tiempo, porque la gente no está preparada para recibirlas ahora (La voz: su educación y uso correcto, p. 362).
Viernes 6 de noviembre: Para estudiar y meditar
El Deseado de todas las gentes, «El Sermón del Monte», pp. 265-281;
El camino a Cristo, «Cómo lograr una magnífica renovación», pp. 57-65.
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NOTAS DE ELENA G. DE WHITE
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