Notas de Elena | Domingo 14 de abril 2019 | Desprevenidos | Escuela Sabática

Domingo 14 de abril: Desprevenidos
El apóstol [Pablo] instó a los creyentes corintios a prestar oídos a la lección contenida en la historia de Israel… Mostró cómo el amor a la comodidad y al placer los había predispuesto para cometer los pecados que provocaron la manifiesta venganza de Dios. Fue al sentarse los hijos de Israel a comer y a beber, y al levantarse a jugar, cuando abandonaron el temor de Dios…
Las palabras de amonestación del apóstol a la iglesia de Corinto se aplican a todo tiempo, y convienen especialmente a nuestros días. Por idolatría, él no se refería solamente a la adoración de los ídolos, sino al servicio propio, al amor a la comodidad, a la complacencia de los apetitos y pasiones. Una mera profesión de fe en Cristo, un jactancioso conocimiento de la verdad, no hace cristiano a un hombre. Una religión que trata solamente de agradar a los ojos, a los oídos o al gusto, o que sanciona la complacencia propia, no es la religión de Cristo (Los hechos de los apóstoles, pp. 154, 155).
Dios no sancionó la poligamia en ningún caso. Va contra su voluntad. Sabía que destruiría la felicidad del hombre. La paz de Abrahán fue malograda en gran medida gracias a su infeliz unión con Agar…
Si Abrahán y Sara hubieran esperado con fe inconmovible el cumplimiento de la promesa de que tendrían un hijo, se habrían evitado muchos sinsabores. Creían que las cosas sucederían como Dios las había prometido, pero no podían creer que Sara, a su edad, pudiera tener un hijo. Ella sugirió un plan por medio del cual creía que se podría cumplir la promesa de Dios. Suplicó al patriarca que tomara a Agar por esposa. En esto ambos manifestaron falta de fe y perfecta confianza en el poder divino. Al escuchar la voz de Sara y al tomar a Agar como esposa, Abrahán no soportó la prueba de su fe en el ilimitado poder de Dios, y acarreó mucha infelicidad sobre Sara y sobre sí mismo. El Señor quería probar la firmeza de la fe y la confianza del patriarca en sus promesas (La historia de la redención, pp. 78, 79).
Cristo mismo nos presenta el peligro que nos acecha. Él conocía los riesgos que encontraríamos en estos postreros días y quería que nos preparásemos. «Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre». Mateo 24:37. Comían y bebían, plantaban y edificaban, se casaban y se daban en matrimonio, y no conocieron hasta el día que Noé entró en el arca y el diluvio vino y los barrió a todos. El día de Dios encontrará a los hombres absortos igualmente en los negocios y placeres del mundo, en banquetes y glotonerías, y en la complacencia [de apetitos] pervertido[s]…
Creer en la próxima venida del Hijo del Hombre en las nubes de los cielos no inducirá a los verdaderos cristianos a ser descuidados y negligentes en los asuntos comunes de la vida. Los que aguardan la pronta aparición de Cristo no estarán ociosos. Al contrario, serán diligentes en sus asuntos. No trabajarán con negligencia y falta de honradez, sino con fidelidad, presteza y esmero (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 303, 304).
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Notas de Elena G. de White
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