Notas de Elena | Domingo 11 de octubre del 2020 | Amar y temer a Dios | Escuela Sabática

Domingo 11 de octubre: Amar y temer a Dios
Los maestros religiosos debieran prestar mayor atención a la obra de instruir al pueblo en los hechos y las lecciones de la historia bíblica, y asimismo en las advertencias y los requisitos del Señor. Todas estas cosas deben presentarse en lenguaje sencillo, adaptado a la comprensión de los niños. Cuidar de que los jóvenes reciban instrucción en las Escrituras debe ser parte de la obra de los ministros y de los padres de familia.
Los padres de familia pueden y deben interesar a sus hijos en los variados conocimientos que se encuentran en las sagradas páginas. Pero si quieren interesar a sus hijos e hijas en la Palabra de Dios, ellos mismos deben sentir interés por ella… Deuteronomio 11:19. Los que quieran que sus hijos amen y reverencien a Dios deben hablar de su bondad, majestad y poder según se revelan en su Palabra y en las obras de la creación.
Cada capítulo y cada versículo de la Biblia es una comunicación directa de Dios a los hombres. Debiéramos atar sus preceptos en nuestras manos como señales y como frontales entre nuestros ojos. Si se los estudia y obedece, conducirán al pueblo de Dios, como fueron conducidos los israelitas por la columna de nube durante el día y la columna de fuego durante la noche (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 537, 538).
La verdadera reverencia hacia Dios nos es inspirada por un sentido de su infinita grandeza y un reconocimiento de su presencia. Este sentido del Invisible debe impresionar profundamente todo corazón. La presencia de Dios hace que tanto el lugar como la hora de la oración sean sagrados. Y al manifestar reverencia por nuestra actitud y conducta, se profundiza en nosotros el sentimiento que la inspira. «Santo y temible es su nombre» (Salmos 111:9, VM), declara el salmista. Los ángeles se velan el rostro cuando pronuncian ese nombre. ¡Con qué reverencia debieran pronunciarlo nuestros labios, puesto que somos seres caídos y pecaminosos! (Profetas y reyes, p. 34).
Dios quiere que advirtáis la presencia divina. Su paz y consuelo, su gracia y gozo transformarán la sombra de muerte en radiante mañana y bienaventurada luz… Un espíritu de reverencia comprende que el corazón debe ser custodiado por el poder de Dios. Los ángeles ministradores abren los ojos de la mente y el corazón para que estos puedan ver cosas admirables en la ley divina, en el mundo natural y en las cosas eternas reveladas por el Espíritu Santo (Mi vida hoy, p. 300).
Dios nos amó con amor indecible, y nuestro amor hacia él aumenta a medida que comprendemos algo de la largura, la anchura, la profundidad y la altura de este amor que excede todo conocimiento. Por la revelación del encanto atractivo de Cristo, por el conocimiento de su amor expresado hacia nosotros cuando aún éramos pecadores, el corazón obstinado se ablanda y se somete, y el pecador se transforma y llega a ser hijo del cielo. Dios no utiliza medidas coercitivas; el agente que emplea para expulsar el pecado del corazón es el amor. Mediante él, convierte el orgullo en humildad, y la enemistad y la incredulidad, en amor y fe…
La ley no es más que una transcripción del carácter de Dios. Contemplad en vuestro Padre celestial una manifestación perfecta de los principios que constituyen el fundamento de su gobierno (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 66, 67).
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NOTAS DE ELENA G. DE WHITE
ESCUELA SABÁTICA
Lecciones de Escuela Sabática para Adultos
Lección 3: Para el 17 de Octubre de 2020
LA LEY COMO EDUCADORA
Cuarto Trimestre 2020
LA EDUCACIÓN
4to. Trimestre 2020



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