Lunes 23 de noviembre | Escuela Sabática Pr. Alex Ceballos

Título: Llamados Para Servir Como Luces
Audio: Alex Ceballos
Imágenes: Katherine Correa

Por donde miremos, parece que nuestro planeta se está replegando sobre sí mismo, intercambiando luz por oscuridad. Sin embargo, también encontramos oscuridad mucho más cerca de nosotros al considerar nuestra experiencia en este mundo difícil y desafiante. Porque nosotros también conocemos los horrores que nos depara esta vida mientras luchamos con la enfermedad, mientras afrontamos la pérdida de los seres queridos, mientras vemos a las familias sucumbir a la separación y el divorcio, mientras luchamos por dar sentido a muchos de los males de nuestra sociedad y nuestra cultura. No obstante, en medio de este panorama de ruina moral y oscuridad espiritual, en medio de todo este ruido externo e interno, escuchamos las palabras de Jesús para cada uno de nosotros: “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo” (Mat. 5:14-16, NVI). ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de cómo debemos vivir? ¿De qué manera, como cristianos, lo que hacemos impacta en cómo los demás ven a Dios? Sentada junto al mar de Galilea ese día bajo el sol ardiente, ¿Cómo habrá entendido sus palabras la audiencia de Jesús? Los que escucharon sus palabras sabían todo acerca de la luz y la oscuridad. Por cierto, tenían mucha oscuridad para temer. Vivían bajo la ocupación romana, en una sociedad militarizada, que a pesar de su falta de teléfonos, computadoras e Internet, en muchos sentidos era tan eficiente como la nuestra, y en algunos aspectos aún más aterradora. Los romanos estaban en todas partes, y les recordaban a las masas en la ladera que quienes insistían en causar problemas rápidamente se encontrarían con los torturadores, y con una muerte desnuda en una cruz romana. Y, sin embargo, aquí estaba Jesús, llamándolos a vivir como la luz. A ser misericordiosos. A ser puros de corazón. A ser pacificadores. Por ende, la educación cristiana debe enseñar a nuestros alumnos a ser luces en el mundo, para poder tomar decisiones que revelarán la realidad y la bondad de Dios a los demás.



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