Lección 4 | Domingo 21 de abril 2019 | Un nombre mejor que hijos e hijas | Escuela Sabática Jóvenes

DOMINGO 21 DE ABRIL
UN NOMBRE MEJOR QUE HIJOS E HIJAS
Evidencia: Isa. 56:3-7; Mat. 19:12
Algunas culturas le dan muy poco valor al hecho de tener hijos. Quizás es por causa del Impulso del comercialismo, los valores materialistas o ideas posmodernas de la estructura social. Por otro lado, otras culturas le han dado un valor resaltado al hecho de tener hijos. La autoestima, el valor propio y la identidad están totalmente supeditados a tener descendencia.
Entonces, cuando Isaías 56:3 habla de un eunuco que dice: «No soy más que un árbol seco», está evocando el duelo, la angustia y el dolor asociados por la incapacidad de tener hijos. Así como un árbol seco no puede producir más árboles, el eunuco no puede producir hijos. Naturalmente aparecen preguntas personales sobre la existencia, el propósito, la Identidad y el destino. Jesús menciona tres tipos de eunucos: «Pues algunos son eunucos porque nacieron así; a otros los hicieron así los hombres; y otros se han hecho así por causa del reino de los cielos» (Mat. 19:12). En otras palabras, algunos no tienen hijos por causas naturales, otros por causas externas y otros por decisión personal.
A los eunucos se les niega esta relación especial y particular: los hijos biológicos. Así como los eunucos no pueden, muchos otros tampoco son capaces de tener relaciones en particular. Ya sea por causas naturales, por causas externas o por decisión personal, hay eunucos hoy entre nosotros que son solteros, viudos (no casados por causas externas), huérfanos, refugiados o solos por otras razones.
Dios promete «a los eunucos que observen mis sábados, que elijan lo que me agrada y sean fieles a mi pacto, les concederé ver grabado su nombre dentro de mi templo y de mi ciudad; ¡eso les será mejor que tener hijos e hijas! También les daré un nombre eterno que jamás será borrado» (Isa. 56:4, 5). Es más, el texto describe otros hijos de otras tierras, otros rebaños y otras familias que vendrán para unirse al Señor en oración y adoración (Isa. 56:6,7).
Lo que Isaías está describiendo aquí es que aunque las circunstancias de la naturaleza, la suerte o la elección hayan resultado en personas que están solas, Dios les ofrece a los dolientes una oportunidad especial de ser parte de la familia de Dios que trasciende las líneas genéticas. En lugar de tener solo hijos biológicos y el «nombre de hijos y de hijas», el Señor promete un nombre mejor, una abundancia de hijos espirituales, discípulos de todas las tierras, una experiencia espiritual culminante en la propia casa de Dios, y el fin de la soledad y el aislamiento como un árbol seco.

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