Lección 3 | Jueves 18 de julio del 2019 | Un regalo que vale la pena compartir | Escuela Sabática Jóvenes

JUEVES 18 JULIO
UN REGALO QUE VALE LA PENA COMPARTIR
Opinión | Mat. 12:11,12.
«¿Quién de ustedes no rescataría a su burro de un hoyo durante el sábado?» Esta pregunta la hizo Jesús a los fariseos hace más de dos mil años (ver Luc. 14:5). Aunque muchos de nosotros podríamos burlarnos por considerarla pretenciosa, también nosotros a menudo evitamos comprometernos activamente en obras de misericordia en sábado. Pero Jesús nos muestra, por ejemplo y precepto, que durante el sábado, más que en cualquier otro día, somos llamados a rescatar sus ovejas.
Jesús se deleitaba en realizar obras de misericordia y amor en sábado. Fue un sábado que sanó al inválido en el estanque de Betesda (Juan 5), abrió los ojos de un hombre que había nacido ciego (Juan 9:14), libró a una mujer que había sido afligida por un espíritu por 180 años (Luc. 13:11-16), y restauró la mano paralizada de un hombre (Mat. 12:9-13).
Al sacar en sábado a las personas del sufrimiento, la enfermedad y el pecado, Jesús les otorgó descanso de las cosas que las afligían, y así compartió el sábado con ellas en un sentido más real. Su mayor gozo era asegurarse de que otros pudieran descansar de sus cargas en sábado.
Y si pensamos de esta manera sobre el sábado -como un descanso al que podemos invitar activamente a otros-, el servicio se hace fundamental para nuestra experiencia de adoración. Al reconocer a quienes nos rodean como ovejas de Jesús, no podemos dejarlos en el hoyo del pecado, del dolor y del sufrimiento mientras nosotros disfrutamos del sábado en la comodidad de nuestras iglesias y hogares. Vamos a querer que ellos disfruten del mismo descanso que nosotros, no solo compartiendo con ellos la enseñanza bíblica del sábado, sino también con acciones prácticas de bondad. Ya sea visitando al enfermo, animando al doliente o alimentando al hambriento, los invitamos, aunque sea por un ratito, a descansar de las pesadas cargas que llevan.
Este tipo de servicio nos hace desenfocarnos de nuestro yo, y nos bendice tanto como bendice a otros. La compasión, la empatia y la misericordia alegran tanto al receptor como al dador. La «adrenalina del ayudador» es real: dar realmente nos hace felices.’
En lo más profundo, en su mismo centro, el sábado nos recuerda que Dios es nuestro Creador y Redentor, y que todo lo que tenemos es un regalo de él. Pero recibimos sus bendiciones para poder ser una bendición para otros. El sábado es uno de sus mayores regalos, ¿por qué no compartirlo?

PARA PENSAR Y DEBATIR:
¿Por qué los actos de bondad y misericordia en sábado son aún más especiales?
¿De qué manera práctica tú, tu familia y tu iglesia pueden extender el descanso sabático a tu comunidad?
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ESCUELA SABÁTICA PARA JÓVENES
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