Lección 1 | ¿Por qué testificar? | Escuela Sabática Universitaria

HACER AMIGOS PARA DIOS: EL GOZO DE PARTICIPAR EN LA MISIÓN

La idea de que la misión es la obra de Dios se menciona a lo largo de las Escritura. Salomón lo dice de esta manera: “[Dios] ha puesto eternidad en el corazón de ellos” (Ecl. 3:11). Cuando un individuo nace en este mundo, Dios coloca un deseo de eternidad en lo más profundo de la estructura del ser de esa persona. Según el Evangelio de Juan, Jesús es la Luz que ilumina a cada persona nacida en este mundo (Juan 1:9). Dios no solo ha puesto dentro de cada uno de nosotros un anhelo por él mismo, sino también envía a su Espíritu Santo para atraernos a él.

Cuando la raza humana se perdió irremediablemente en el pecado, condenada a la muerte eterna, el amor de Dios tomó la iniciativa. Jesús declara: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10). El apóstol Pablo agrega: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8). Dios tomó la iniciativa en nuestra salvación. Cristo dejó la gloria y el esplendor del cielo, y vino a este mundo oscurecido por el pecado en una misión redentora.

En Lucas 15, se lo representa como el Buen Pastor que busca incansablemente a su oveja perdida, una mujer que busca frenéticamente la moneda de plata perdida de su dote y un anciano padre que corre imprudentemente para encontrarse con su hijo perdido. Elena de White hace esta maravillosa declaración, en la que vale la pena meditar: “El gran plan de redención fue presentado antes de la fundación del mundo. Cristo no estuvo solo en esta maravillosa empresa por el rescate del hombre. En los concilios del cielo, antes de que se creara el mundo, el Padre y el Hijo convinieron en que, si el hombre se tornaba desleal a Dios, Cristo, uno con el Padre, tomaría el lugar del transgresor y sufriría la pena de justicia que debía caer sobre él” (The Advent Review and Sabbath Herald, 15 de noviembre de 1898).

Medita en esto por un momento. Tenemos el extraordinario privilegio y la increíble responsabilidad, así como el gozo eterno, de participar con Cristo y cooperar con él en su misión. De eso se tratan las lecciones este trimestre.

Oriundo de Connecticut, EE. UU., Mark Finley, evangelista reconocido internacionalmente, fue vicepresidente en la Asociación General entre 2005 y 2010. Después de retirarse del empleo a tiempo completo, se convirtió en asistente del presidente de la Asociación General.

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