Notas de Elena | Domingo 18 de octubre del 2020 | Los ojos de Jehová | Escuela Sabática

Domingo 18 de octubre: Los ojos de Jehová
«Dice el necio en su corazón: No hay Dios». Salmos 14:1. Los intelectos más poderosos de la tierra no pueden comprender a Dios. Si él se revela de alguna manera a los hombres, lo hace velándose en el misterio. Sus caminos están más allá de toda investigación. Los hombres deben estar siempre buscando, siempre aprendiendo; y sin embargo hay una infinidad más allá. Si los hombres pudieran comprender plenamente los propósitos, la sabiduría, el amor y el carácter de Dios, ya no creerían en él como un ser infinito, ni le confiarían los intereses de sus almas. Si alcanzaran un conocimiento pleno del Ser supremo, él ya no seguiría siendo supremo.
Hay hombres que piensan que han hecho admirables descubrimientos científicos…
[Pero] la investigación científica en la cual estos hombres se han ocupado ha resultado ser una trampa para ellos. Ha oscurecido sus mentes, y se han desviado hacia el escepticismo.
… Han exaltado su sabiduría humana oponiéndola a la sabiduría del Dios grande y poderoso, y se han atrevido a entrar en controversia con él. La Palabra inspirada los declara «necios» (Mensajes selectos, t. 3, pp. 350, 351).
Cuando disponemos de una promesa tan rica y tan plena como [la de Juan 3:14-19…] me pregunto: «¿Qué excusa podemos tener para la incredulidad? ¿Qué excusa para decir: No creo que el Señor escuche mis oraciones; me gustaría creer que soy cristiano, o me gustaría tener evidencias de que soy hijo de Dios?» Los sentimientos varían mucho, pero aquí tenemos preciosas palabras de vida eterna.
¿Cuál es la evidencia? ¿Es un vuelo de los sentimientos? ¿Es una emoción del corazón la que da evidencias de que alguien es hijo de Dios? Pero aquí tenemos la preciosa palabra de vida eterna que nos asegura que podemos aferrarnos, mediante una fe viviente, de la esperanza que nos propone el evangelio (Cada día con Dios, p. 221).
Todos los que sienten la absoluta pobreza del alma, que saben que en sí mismos no hay nada bueno, pueden hallar justicia y fuerza recurriendo a Jesús. Dice él: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados». Nos invita a cambiar nuestra pobreza por las riquezas de su gracia. No merecemos el amor de Dios, pero Cristo, nuestro fiador, es sobremanera digno y capaz de salvar a todos los que vengan a él. No importa cuál haya sido la experiencia del pasado ni cuán desalentadoras sean las circunstancias del presente, si acudimos a Cristo en nuestra condición actual —débiles, sin fuerza, desesperados—, nuestro compasivo Salvador saldrá a recibirnos mucho antes de que lleguemos, y nos rodeará con sus brazos amantes y con la capa de su propia justicia. Nos presentará a su Padre en las blancas vestiduras de su propio carácter. Él aboga por nosotros ante el Padre, diciendo: Me he puesto en el lugar del pecador. No mires a este hijo desobediente, sino a mí. Y cuando Satanás contiende fuertemente contra nuestras almas, acusándonos de pecado y alegando que somos su presa, la sangre de Cristo aboga con mayor poder (El discurso maestro de Jesucristo, p. 13).
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NOTAS DE ELENA G. DE WHITE
ESCUELA SABÁTICA
Lecciones de Escuela Sabática para Adultos
Lección 4: Para el 24 de Octubre de 2020
LOS OJOS DE JEHOVÁ: LA COSMOVISIÓN BÍBLICA
Cuarto Trimestre 2020
LA EDUCACIÓN
4to. Trimestre 2020



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