Lección 11 | Domingo 8 de septiembre del 2019 | Viviendo la esperanza del advenimiento | Escuela Sabática Jóvenes

DOMINGO 8 SEPTIEMBRE
VIVIENDO LA ESPERANZA DEL ADVENIMIENTO
Logos | Ecl. 12:13,14; Job 19:25; 2 Cor. 5:19; Efe. 2:14; Heb. 2:14,15; Apoc. 13:8

LA PRIMERA ESPERANZA (2 COR. 5:19; EFE. 2:14: APOC. 13:8)
Luego de la caída de Adán y de Eva se vio la primera señal de esperanza. A causa de su desobediencia, ellos perdieron todo: su trabajo, su sustento, su vestimenta, su hogar. Y su esperanza. Pero Dios bajó y les prometió que nacería un Salvador por intermedio de la simiente de ellos (Gén. 3:15).
Aunque estarían sujetos a la muerte, Adán y Eva no murieron ese mismo día en el Jardín del Edén. El Cordero «fue sacrificado desde la creación del mundo», y se puso en marcha el plan para salvar a la humanidad (Apoc. 13:8). Por medio de la profundidad de un amor desconocido. Dios amó a un mundo que no lo amaba. Dio a su Hijo a un pueblo que «no lo recibió» (Juan 3:16,17; 1:11). Así, por medio del sacrificio^ de Jesús, se rompería la barrera del pecado (2 Cor. 5:19: Efe. 2:14) y todos tendrían esperanza nuevamente.
Por tanto, este plan, aunque difícil en su ejecución, permitía que Jesús viniera al mundo a redimir, a comprar de nuevo, a su pueblo (Sal. 34:22; Isa. 44:22-24). Por medio de este método de redención, el pueblo de Dios podía nuevamente ser heredero de la salvación (Heb. 1:14). Jesús viviría entre nosotros como uno más de nosotros. Sería hecho «a nuestra semejanza», y sería tentado «de la misma manera que nosotros», pero no caería en tentación (Heb. 2:17,18; 4:15). Porque él venció, la humanidad tentada ahora tendría esperanza (Apoc. 3:21).

ESPERANZA FRENTE A LA TENTACIÓN
Aunque la humanidad se ha vuelto «sujeta a la esclavitud» por su desobediencia a Dios y su obediencia a Satanás, Jesús nos da esperanza (Heb. 2:14,15). Ya no hay temor de que no podamos vencer las tentaciones, sin importar su aparente dificultad. Jesús, «por haber sufrido él mismo la tentación, puede socorrer a los que son tentados» (Heb. 2:18). La humanidad ahora tiene esperanza en el mismo poder por medio del cual Jesús venció. Aceptando a Jesús, la humanidad puede volver a nacer (Juan 1:12,13; Rom. 1:16).
Jesús «se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien» (Tito 2:14). Dios es fiel, y siempre provee una vía de escape en medio de toda tentación (1 Cor. 10:13). Hay esperanza aún en la tentación.

ESPERANZA DESPUÉS DE LA MUERTE
A menudo se habla de la muerte como el final. Así parecía cuando Jesús murió. Los discípulos se escondieron «por temor a los judíos» (Juan 20:19). Pero fue por medio de la muerte de Cristo que se aseguró la esperanza de nuestra salvación, y fue por medio de la resurrección de Cristo que se restauró la esperanza (1 Ped. 1:3,21).
Sin la resurrección de Cristo, nuestra predicación, nuestra vida, nuestra fe… todo sería en vano (1 Cor. 15:12-19,22,23). Sin embargo, porque Cristo resucitó, nuestro enemigo final, la muerte, será destruido (1 Cor. 15:26).
Puede parecer que el pecado y sus resultados continuarán levantando su horrible cabeza y nunca serán vengados (Hab. 1:2; Luc. 18:1-8). Pero cuando Caín mató a Abel, el Señor respondió: «Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia» (Gén. 4:10).
Cada uno de los fieles de Dios que han sido perseguidos y oprimidos verá la justicia y el juicio del Señor.
En su último discurso al pueblo de Israel, Moisés describió la venganza de Dios con estas palabras: «No hay otro Dios fuera de mí. […] Nadie puede librarse de mi poder. […] Cuando afile mi espada reluciente y en el día del juicio la tome en mis manos, me vengaré de mis adversarios: ¡les daré su merecido a los que me odian! […] Él vengará la sangre de sus siervos. ¡Sí! Dios se vengará de sus enemigos y hará expiación por su tierra y por su pueblo» (Deut. 32:39, 41, 43). ¿Qué mayor adversario tiene Dios que el pecado y el originador de la tentación, Satanás?

LA BENDITA ESPERANZA
Un día, muy pronto, Jesús vendrá para reunir a los suyos. Aquel que padeció y sufrió la muerte «en beneficio de todos», está vivo (Heb. 2:9). El Redentor vive (Job 19:25). Y, porque Cristo está vivo, podemos confiar en sus promesas. Él ha vencido al mundo, y por tanto ofrece paz y esperanza (Juan 16:33). Está preparando un lugar para los suyos. Volverá otra vez para llevarnos adonde él está (Juan 14:1-3). «Pues dentro de muy poco tiempo, ‘el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe’» (Heb. 10:37, 38). Él ha pagado el precio; ha redimido a los suyos; vuelve pronto.
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